La serpiente:
Las serpientes son animales de sangre fría, por tanto requieren de una temperatura externa elevada para mantener el calor corporal.
Mudan su piel periódicamente, en una sola pieza, incluyendo la capa córnea dura y transparente de los ojos, que las protege ante la ausencia de párpados.
La frecuencia de la muda varía de una especie a otra, y también en función de la edad y el tamaño. Las serpientes jóvenes de crecimiento rápido, cambian más frecuentemente que las adultas de crecimiento lento. En algunas especies la frecuencia alcanza los veinte días, y en otras es sólo una vez al año.
Cuando se aproxima la muda, los ojos van opacándose, y la piel pierde color y adquiere color blancuzco. Para favorecer la muda, se aplica agua tibia a la piel de la serpiente, si la muda no se realiza durante las siguientes veinticuatro horas, se la rocía nuevamente. Si aún no ocurre la muda, conviene consultar al veterinario.
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